Llegado el momento comprendí muchas cosas de todo lo sucedido. Como por ejemplo…
¿Por qué no estaba con mis padres?... Aunque si los tenía cerca...
¿Por qué me sentía diferente mi hermana, padre, madre, abuelos, primos, etc?
¿Por qué siempre sentía que no aceptaban mi forma de ver el mundo y tampoco me aceptaban en la familia, no es que eso fuera cierto, pero yo lo percibía de esta forma?
¿Por qué me costaba relacionarme con otros niños, a pesar de ser muy extrovertida?
¿Por qué siempre tenía que hacer lo que los demás quisieran y de esta forma todo el mundo estaría contento?
¡Todo el mundo menos yo!
Durante mi infancia puedo decir que me crio mi abuela materna, ya que era la que siempre estuvo allí tanto para lo bueno, como lo malo.
Te contaré un poco más para que así sepas a lo que me refiero. Aparentemente hasta la edad de mis 5 años mi familia parecía una familia modelo a seguir, hasta que resulto que no era así. Todo el mundo lo sabía menos yo. Y no porque no lo veía, sino porque yo pensaba que era normal que papa le gritara a mama…y todo lo demás ya te lo estarás imaginando…la única en la cual me podía apoyar era mi madre, gracias a dios, aunque fuera a cuentagotas. Cuando le comentaba ciertas situaciones u podía ver de algunas personas las cuales yo no sabía diferenciar si eran de este mundo físico o no.
Ella seguramente más de una vez habrá pensado que seguramente era mi imaginación, hasta contarle una historia en concreto. Ese momento marcó un antes y un después entre mi mama y yo. Al contarle la historia se quedo anonadada debido a que ella sabía el fallecimiento de la mujer que vi, pero aquel accidente sucedió en la adolescencia de mi mama, y claro está yo no había llegado a este mundo aún.
Toda la vida tuve que “luchar” con el “don” de ver espíritus, cualquiera como fuese su forma, con o sin ellas, hasta llegado el punto de entender y asimilar toda la información y darme cuenta de que si yo lo aceptaba nada malo me iba a pasar.
Los años pasaron y a la edad de 10 años, literalmente de un día para otro me vi sin mi madre, apoyo grande para mí. Se había ido tres semanas de “vacaciones” y no volvió en tres años y medio, mientras tanto, yo como mis padres estaban divorciados, pues mi hermana y yo nos quedamos en un internado siguiendo nuestros estudios. Por tanto, me quede a cargo de mis abuelos maternos y hermana, 3 años y medio mayor que yo. Siguen pasando los años y mi madre reaparece sin previo aviso para llevarnos con ella a mi hermana y a mí. A partir de ese momento empieza otra etapa para mi vida, empiezo a vivir mi propia vida, descubriéndome y descubriendo mis orígenes judíos. A la edad de 16 años fue cuando conocí por primera vez el trabajo de crecimiento personal y eso hizo que poco a poco profundizara en la conexión con mi ser, a conocer la verdadera presencia de Dios.
Podría seguir contándote, pero en ese caso hablaríamos de una autobiografía…
Como podrás ver no tuve una vida de color de rosa como muchos puedan pensar, y a pesar de ello siempre estaré agradecida a la consciencia Divina, por poner en mi camino cada “obstáculo”, todo fue un aprendizaje para llegar hasta donde he llegado a día de hoy.
Para vivir la vida que realmente deseas primero has de APRENDER COMO SANAR DESDE LA RAIZ, y dejar atrás todo aquello que te haga sentir encarcelado, obstaculizando tu presente y olvidar los paradigmas de futuro, viviendo en el ETERNO PRESENTE AHORA. Tan solo en la sabiduría de lo desconocido podrás crear una nueva vida, LA VIDA QUE REALMENTE DESEAS VIVIR, UNA VIDA EN LA EXCELENCIA DE TU SER.
Y fue así como decidí dedicar mi vida al estudio y enseñanza de la salud y sabiduría del ser porque, si yo he podido romper con todo mi pasado que no me define, tú también lo puedes hacer. Estoy para acompañarte y apoyarte en tu camino evolutivo de tu Ser. Seamos contribución, a tu mundo, al mundo, a la vida y al Universo entero y el Ainsof.
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